Dolor y muerte por un puñado de dólares

El mundo de la Plutocracia. El dominio de la riqueza. La furia de la acumulación de dinero. El dólar rodando entre las cuerdas desafinadas del dolor. La sinfonía inconclusa de una Corona partida en pedazos. Pedazos de distintos colores, retazos de lujosos ropajes, cortes desiguales de una vestimenta sin alma.

Hace una semana en este mismo Suplemento hablábamos de un mundo viejo, senil, enfermo de odio y violencia. Quebrado, manipulado, segmentado. Afectado por las mentiras, las patologías, el virus llamado, paradójicamente o no tanto, coronavirus.

Corona, sinónimo de hipocresía, de sometimiento, de reinado. Corona, sinónimo de siglos de invasiones, matanzas, apropiación de riquezas ajenas, abusos de libertades.

Corona, la antesala de todas las guerras. La sala de todas las guerras, dormitorio de todas las guerras, el patio de todas las disputas.

Nadie se salva solo. Nuestro vecindario, nuestra ciudad, la región, el país, el continente es parte del pentagrama del gran concierto terráqueo. Si no logramos interpretarlo, el futuro es apenas una palabra incierta y sin significado. No somos, los argentinos, un satélite especial tocados por la varita mágica del Universo.

Somos hijos de un país americano ubicado en el sur que también existe. Ese sur que soportó las peores bofetadas de un norte proclamado perfecto, puro, indiscutible, sacrosanta cuna de la democracia.

Sacrosanta, sin sacro y sin santo. Un sacro despojado de la espiritualidad y la moral. Un santo sin canonizar, una cuna sin agua bendita, llena de armas distribuidas por el progenitor psicópata. Por el representante de un Pluto sin divinidad. Un dios castigado por Zeus, cegado por Zeus, según la mitología griega.

Los ciegos amantes de la riqueza. Los carentes de virtuosidad, vendidos por un puñado de oro, o por un puñado de dólares.

La semana que pasó, Estados Unidos dio la nota del mundo viejo. Podría haber sido una masacre.

Cientos de personas, o miles, enardecidas. Miles portando armas, sogas tal vez con la idea de tomar rehenes, vivando a un presidente que perdió las elecciones y se niega a dejar el poder con argumentos dignos de una serie de ciencia ficción.

Aquí, en nuestra tierra tenemos seguidores de esa locura. Triste paisaje de un panorama catastrófico.

My God

“In God We Trust” (Confiamos en Dios) es la leyenda de un dólar estadounidense con la imagen de George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos. Lo consideran el padre de la Patria. La historia dice que “trató de crear una nación capaz de sostener la paz con sus países vecinos. Su Proclama de la Neutralidad de 1793 sirvió de base para evitar cualquier implicación en conflictos extranjeros.

Cualquier implicación en conflictos extranjeros, es casi un absurdo a la luz de los acontecimientos.

Los Estados Unidos, hoy están separados. El concepto de Patria se ha radicalizado entre bandos muy distintos. “Nosotros somos los patriotas”, grita uno disfrazado de minotauro invadiendo el Capitolio.

Nosotros somos los patriotas, expresa Donald desde una tribuna fabricada con estiércol, con lo más impuro de la esencia humana.

Lo preocupante es que el heredero de Pluto tiene sus copias, en Latinoamérica la sufrió Argentina, la padece Brasil y otros países.

Lo preocupante es que llegaron a manejar el Estado por los votos. Y eso nos hace pensar que existe una parte de la humanidad que añora la “edad de piedra”. Aquí y en USA sin uso.

¿Cuál es la Patria de USA carente de uso?

¿La de Lincoln, la de JFK, asesinados? ¿La de Nixon con el Watergate? ¿La de las guerras que dejaron millones de secuelas?

¿Cuál es la Patria del llamado país de la libertad que dejó de ser ejemplo, si es que lo era, en los primeros días de enero de 2021?

¿Cuál es la Patria del país que mostró su rostro más perverso en su propio espacio?

Una dosis de historia

Los medios del mundo hablaron de los ataques al Capitolio en la historia. Consideran que el ataque más famoso fue el de las fuerzas británicas durante la guerra angloestadounidense de 1812. Según la BBC, en esa fecha las tropas británicas, lideradas por el vicealmirante Sir Alexander Cockburn y el mayor general Robert Ross, prendieron fuego al Capitolio, que aún estaba en construcción, después de invadir Washington DC en agosto de 1814.

Dicen que “fue en represalia por el incendio provocado por los estadounidenses en York, la capital del Alto Canadá, una provincia del Imperio británico en el sudeste de la actual Canadá, ocurrido un año antes”.

El edificio del Capitolio sobrevivió gracias a un aguacero. La lluvia, agua bendita.

“Tras el ataque contra el Capitolio este miércoles, el senador demócrata por New Jersey Cory Booker dijo que había un paralelismo interesante entre ambos sucesos, ya que los dos ataques se hicieron en nombre de un líder individual: en 1814 por el rey de Inglaterra, y ahora en nombre de Trump”, indicó una nota de la BBC.

Habla de individualismo. La política es individualista, la Plutocracia es individualista.

El bien común, el interés del colectivo fue devorado en los últimos años por la basura individualista que nunca se recicló.

Más ataques

Entre las agresiones contra el Capitolio, la BBC recuerda que “un siglo después del ataque británico, Erich Muenter, un exprofesor de alemán en la Universidad de Harvard, hizo estallar tres cartuchos de dinamita en la sala de recepción del Senado.

La explosión dañó el edificio, pero nadie murió.

Muenter declaró luego que el ataque fue en respuesta a los financieros estadounidenses que ayudaron al Reino Unido a enfrentar a Alemania en la Primera Guerra Mundial.

Escribiendo bajo un seudónimo en el Washington Evening Star, Muenter dijo que esperaba que el ataque ‘hiciera suficiente ruido para ser escuchado por encima de las voces que claman por la guerra’”.

Y agregó: “Esta explosión es un signo de exclamación en mi llamado a la paz”.

En nombre de la paz. Pobre paz.

Un día después del ataque, Muenter le disparó e hirió al financiero JP Morgan Jr., antes de ser sometido por el mayordomo de Morgan y arrestado.

Se terminó quitando la vida, relata la nota de la BBC.

Los nacionalistas de Puerto Rico

El 1 de marzo de 1954, cuatro nacionalistas puertorriqueños entraron a la Cámara de Representantes flameando la bandera de la isla. “Libertad para Puerto Rico”, fue la consigna expresada mientras disparaban contra miembros del Capitolio. Hirieron a cinco.

El 7 de noviembre de 1983, una explosión arrasó el segundo piso del Senado.

El atentado se habría perpetrado en represalia por las acciones militares estadounidenses en Granada y Líbano.

¿Está a salvo el país del Norte con el grado de violencia instalada en su propio suelo?

¿Está a salvo el mundo con líderes totalmente descontrolados?

¿Estamos a salvo?

Demasiado dolor y muertes por un puñado de dólares.

Nota publicada en mi suplemento Mano a Mano de www.eldiariocba.com.ar. Ilustración de Raúl Olcelli

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