El Pibe la clavó en el ángulo en tiempo suplementario

Desde las tribunas y plateas ilusorias de la cuarentena se escuchó un grito, cientos de gritos, miles de gritos. Un nombre resonó en el silencio ruidoso de los estadios cerrados.

Un nombre entre tantos nombres escondidos en el césped del enemigo invisible. Un jugador sorpresivo en el campo, sin riego, de las ilusiones, sin pelota rodando, sin entradas de reventa, sin identidad selectiva, sin trampas, sin Var, sin cartas bajo la manga.

De pronto, un día loco de agosto, se filtró entre las cepas del virus letal, un canto. Apenas un susurro transportado por el viento, apenas una brisa de aire renovado, apenas un mantra de esperanza desesperanzada.

Y su nombre invadió la nube de un universo plagado de incertidumbres.

“Martín, Martín, Martín”. “San” Martín, acaso.

De pronto “Martín”, curiosamente con M de Maradona, con M de Messi, con M de millones logró lo que la malicia de muchos pensó que nunca lograría.

El pibe vapuleado, atacado, ninguneado, por los M de la meritocracia les metió un gol de Media cancha, a los cultores de la Mediocridad economista. Otra vez la M.

A esta altura de la nota, seguramente entendieron que estamos hablando del ministro de Economía de la Nación Martín Guzmán.

En estos ocho meses de gobierno, la mayoría no supo, y no quiso saber, quién es Martín Guzmán, el “pibe” que según la ironía de Luis Juez “no había administrado nunca un puesto de choripán”.

Poca visión la del diputado cordobés. Poca visión la de los economistas “estrellas o estrelllados” que se burlaron de él. Lo criticaron, lo denostaron por su juventud, lo mandaron al vestuario antes de tiempo.

Se equivocaron tanto, pero tanto, que ni siquiera tuvieron la grandeza de pedir perdón a la luz de los resultados.

Se viralizó la consigna “Guzmán les tapó la boca”. En realidad, Guzmán peleó por los intereses del país, su objetivo era ese, el que le había pedido el gobierno nacional. Con su personalidad tranquila, reflexiva, trabajó para llegar al puerto que deseaba el presidente Alberto Fernández y la vice Cristina Fernández.

Usó todo su conocimiento, su inteligencia, su capacidad para cumplir su misión: acordar la reestructuración de la deuda, con los acreedores privados. Deuda insostenible que dejó la administración M.

El Pibe fue, la semana pasada, el número diez de la selección del Frente de Todos.

¿Quién es Martín Guzmán?

Los que criticaron sin fundamentos su designación, nunca se ocuparon de saber su historia.

Algunos por ignorancia, otros por conveniencia y muchos por la soberbia de creerse los mejores, cuando jamás demostraron tener buenos resultados, para el país, con sus ideas.

Buscamos la biografía del ministro, antes de que asumiera su cargo. Hace meses publicamos lo siguiente:

Martín nació el 12 de octubre de 1982. Tiene 37 años. Cursó y se recibió en la Licenciatura en Economía de la Universidad Nacional de La Plata en 2005. Siguió estudiando la Maestría en Economía de la Universidad Nacional de La Plata en 2007.

No se detuvo, realizó estudios de posgrado en la Universidad Brown, donde se doctoró en 2013 bajo la dirección de Peter Howitt con una tesis titulada “Entendiendo las causas y efectos de las crisis financieras”

Siguió sumando méritos. ​ Méritos que molestó a muchos economistas de plástico. Entre 2013 y 2016 realizó un pos doctorado en la Universidad de Columbia bajo la dirección del Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz.

Martín supo interpretar el concepto de capitalismo progresista del siglo XXI de Stiglitz y lo resumió en su cuenta de Twitter, en un tuit fijado el 1 de octubre de 2019 con un video de la marcha peronista en versión electrónica.

El pibe, atacado por los neoliberales, la tenía clara desde antes del triunfo de Alberto en las elecciones del 27 de octubre del año pasado.

El pibe, criticado por los “experimentados”, ya palpitaba lo que iba a ocurrir y decidió dejar su comodidad académica para pensar en su país, el país que ama, el país que lo vio crecer, que le dio la posibilidad de estudiar en los claustros públicos, el lugar donde vive su familia, donde están sus raíces.

 El amor de su familia

En las redes sociales, se viralizó su origen. Hablaron de su padre, un trabajador incansable, profesor de tenis. El “Topo” Guzmán, un vecino muy querido. Un hombre que hizo lo posible, y lo imposible, para sostener su familia y lograr que su hijo estudiara en la universidad pública.

El pibe estudió, demostró su inteligencia, su mérito, su dedicación. Tuvo éxito y no se sintió mejor que nadie, no se sintió grandioso.

Todo lo contrario.

Tomó la decisión de regresar a su tierra y dar lo mejor de él para defender su país. En algún momento, desde esta columna lo definimos como un Quijote en contra de los molinos de viento.

Y la peleó. Sin perfil alto, sin salir todos los días en los medios, sin stand up.

La peleó, con templanza, con diálogo, con hidalguía, con inteligencia.

Ganó un suplementario, lo reconoció Diego Maradona, el “10” celebró la noticia en su cuenta de Twitter con una foto del ministro y el presidente.

Ahora vienen otros partidos de la Copa. Los más difíciles.

Recuperar la economía en un mundo complicado por la pandemia.

“Tenemos que integrarnos de una forma que tengamos la posibilidad de usar el crédito, pero usarlo bien, en pos de generar trabajo, valor agregado, divisas, tener una estrategia federal y respetar nuestra soberanía”, expresó Guzmán.

Vienen los partidos más difíciles, sin duda.

Pero, en los primeros días de agosto tuvo la oportunidad de gritar un gol y festejar con todo el equipo, abrazo mediante con el mandatario nacional.

Ilustración Raúl Olcelli

Suplemento Mano a Mano de El Diario del centro del país

 

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