La banda en el pecho y la venda en los ojos

Pobre muchacha, más poca que mucha. Pobre pocacha, embriagada de poder por unos pocos sirvientes que la hicieron sentir una reina, sin trono, sin trino, sin trueno. En una tarde de noviembre la envolvieron con una banda en el pecho y una venda en los ojos para negar el golpe.

Pobre pocacha, pobre nadacha, pobre hacha de la raíz de su pueblo.

“Sí, se pudo”, expresó con la Biblia en la mano, tal vez imaginándose la Eva de los inmorales de un país que ya tiene su Evo Morales. Tentada por la serpiente “Macho”, súbdita del Dios Dinero que está sentado a la diestra y siniestra del Todo poderoso del Norte.

Pobre hacha sin votos y con vetos. Pobre estrella sin brillo de televisión, estrellada sin visión en la puerta del Infierno. Investida, sin investidura, en el pórtico del dolor de un pueblo que había recuperado su dignidad después de siglos de sufrimiento. Pobre alma en pena, deambulando por los oscuros y tenebrosos túneles del odio a su prójimo.

Pobre hacha de los verdugos de nuestra querida América. Pobre filo, del mango en manos ajenas. Pobre pescadora en río revuelto, pecadora original en el mar de la justicia.

Estandarte de los siete pecados capitales o capitalistas, pasajera del inframundo, guerrera sin voz del reino de Hades.

Pobre presidenta sin pueblo, de un pueblo sin presidente.

Pobres seres de arcas llenas y corazones vacíos.

 

Foto: De la página de Twitter de Juan Manuel Karg @jmkarg

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