La rebelión de los pueblos
Un amigo, estudioso de la geopolítica, me dijo hace un par de meses “Turca, el mundo está colapsando, la rebelión de los pueblos es inevitable.” Lo escuché atentamente y le pedí argumentos, curiosidad propia del periodismo.
Extendió un mapa en la mesa y marcó un punto Hong Kong. “Hace cinco años empezó en esta ex colonia británica, la llamada rebelión de los paraguas.”. Le recordé que el gobierno chino decidió reprimirlos. Sí, me respondió, “pero las protestas continuaron, con máscaras. Ese es su sello”. ¿Piden más democracia, más igualdad?, pregunté, aunque ya sabía la respuesta.
Como era de esperar, siguió marcando con su dedo el Medio Oriente. Una región de serios conflictos. Irak, Siria, un área compleja para Estados Unidos que tiene en la mira a Irán y su política de buscar aliados para enfrentar la invasión americana.
El virus “rebelde” se extendió al continente africano con focos en Sudán, Argelia y Egipto. “Los pueblos el día menos pensado despiertan. El hombre es libre por naturaleza”, señaló pasando su mano por el viejo continente, Europa.
Movimientos en contra de la globalización se van gestando. Los catalanes reclamando su independencia, los ambientalistas exigiendo políticas por el cambio climático, los Chalecos amarillos en Francia, el desafío en España y movilizaciones en distintas ciudades europeas. No hizo falta que siga describiendo, las noticias están, los conflictos por el Brexit, Italia complicada, y si a eso le sumamos la guerra comercial con China, y un sinnúmero de problemas no resueltos en los últimos años.
“Es imposible pensar que un grupo reducido de familias sean dueños de la riqueza, y posean un capital semejante al que tiene la mitad de la población del Planeta. ¿Hasta cuándo podrán sostenerlo?”.
La pregunta quedó flotando en medio del mar de las injusticias sociales. El poder abusó, y abusó demasiado.
Llegó el momento de hablar de América. Nuevamente, nos endulzaron con espejitos de colores. Nos intentaron hacer creer que éramos los peores alumnos, los corruptos, los inadaptados. Y saltaron las rebeliones en Ecuador, en Perú, en Haití, en México, usaron el fantasma de Venezuela, se vislumbra la corrupción de Brasil y la frutilla del postre fue el “modelo” ficticio de Chile.
Un país que cumplió todas las reglas, con gobiernos de derecha y de izquierda, un país sometido al manual americano, un país que hoy tiene más de un millón de personas en la calle. Que ha decidido no resignarse, no bajar los brazos y que nos da un claro ejemplo de que los pueblos defienden su dignidad.
“Mientras que la pobreza, la injusticia y la desigualdad existan en nuestro mundo, ninguno de nosotros podrá realmente descansar.” Palabras de Nelson Mandela.