Otra vez sopa, el juego repetido de las ambiciones personales
Otra vez sopa. Otra semana de delirio y locura en tiempos de pandemia. Tiempos de ira desatada y de racionalidad atada. Otra vez sopa. ¿Hasta cuándo? Facturamos diariamente la irresponsabilidad, el individualismo, el odio hacia el que piensa distinto, el cinismo con IVA, la idiotez sin IVA.
Los griegos llamaban “idiota” a las personas que pensaban únicamente en ellos y no se interesaban en la cosa pública. Es interesante recordarlo. Si vamos a la raíz de la palabra significaba “lo privado, lo particular, lo personal”
Si nos remitimos a la etimología, podríamos imaginar que en el mundo abunda la idiotez.
Con el tiempo, ese simple conjunto de tres sílabas se transformó, por esas cosas raras de la civilización, en un insulto. No está en el eje de esta nota tomarla como una palabra despreciativa a nivel intelectual. El punto central, de esta humilde opinión, es el individualismo, el ser cerrado en sí mismo, el que está privado de empatía, el que piensa que todo lo que logra es por mérito propio y que rechaza la vida en comunidad. Aquel o aquella que está convencido que solo es imbatible. Y no necesita de nadie.
En ese eje, surge el personaje de Mafalda creado por Quino, hace 60 años. Otra vez sopa, decía la niña preocupada por la marcha del mundo.
Un mundo que navegaba a la deriva, un mundo sin brújula, sin justicia, sin igualdad, sin paz. Un mundo que 60 años después, sigue igual, marchando hacia el abismo. Cometiendo los mismos errores, defendiendo los mismos errores, capitaneado por los mismos errores.
Carl Jung, un discípulo de Freud, escribió: “La gente va a hacer cualquier cosa, no importa lo absurdo que esto sea, para evitar hacer frente a sus propias almas.”
Una frase que nos invita a pensar en estos momentos en que la invasión del Covid 19 nos arroja al encuentro, sorpresivo, con nuestras almas. Maldito virus que nos sacó de la zona de confort y nos obligó a enfrentarnos con nosotros mismos.
Es una tarea complicada, mirarnos de frente, conocernos, dialogar con ese yo que por años ignoramos. Es un desafío gigante, si nos hemos pasado la mayor parte de la vida corriendo, hacia ningún lugar ¿Por qué nos obligan a detenernos?
¿Por qué nos exigen ser humanos y cuidar la vida?
“La vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro.”
La frase pertenece a Milan Kundera. Habla de seres que no se bancan la insoportable levedad del ser. Levedad significa inconstancia, ligereza. En síntesis, frivolidad. Una manera, tal vez, de expresar no me importa nada. Perdón si me equivoco, pero el “nada importa” es hoy un atentado a la razón y un ataque al Ser. Porque, más allá de todo, somos, fuimos y seremos.
Podemos repetir mil veces, “otra vez sopa”. Podemos jugar con la idea de Hamlet “Ser o no ser”.
Podemos imaginarnos Quijotes o Sancho Panza. Sin embargo, en lo profundo de nuestros corazones, rotos o descosidos, somos solidarios. Mayoritariamente.
Hemos enfrentado, los argentinos, cientos de crisis. Hemos llorado muertos.
Nos unimos y nos separamos. Nos amamos y nos peleamos. Nos dividimos y nos juntamos. Nos declaramos en guerra y sin tanta historia agitamos la bandera de la paz.
Cantamos “Gracias a la vida”, cantamos como la cigarra, cantamos en el país de la libertad.
Cantamos, emocionados, Resistiré.
Y, digan lo que digan las lenguas de doble filo, la mayoría estamos abrazando al personal de salud, esos héroes que dan todo para cuidarnos. Trabajadores que arriesgan sus vidas para salvar la de otros.
Momento de reflexión o de locura
En el Congreso de la Nación, la semana que pasó, se reflejó la reflexión y la locura sin seguro de responsabilidad social. Un grupito, minoritario, tiró leña al fuego. Incentivó la violencia, promovió el ataque al presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa y a toda su familia.
Fueron golpistas en nombre de la democracia. Una democracia que la mayoría viene defendiendo desde 1983. Aparece de nuevo la palabra idiota, según los griegos. No entendieron el “Nunca más”.
Nunca más. Otra vez sopa. Entiendan que la mayoría tiene otros sueños, otros ideales. Otras esperanzas.
Entiendan, legisladores sin rumbo, que la mayoría de los habitantes del país está sufriendo. No es el mejor momento para juegos frívolos, para pensar electoralmente, para agitar las aguas en busca de réditos personales.
Más que nunca, en esta batalla frente al virus, necesitamos la lucidez de nuestros representantes. Necesitamos una política en serio, un debate profundo, una actitud sin caprichos.
Mientras cientos de personas mueren, miles se juegan la salud por los demás, millones se quedan en casa, es doloroso ver la irresponsabilidad de los que promueven la violencia y sacuden a sus seguidores para que salgan a las calles a buscar el maldito COVID 19.
Existen diversas formas de expresar la oposición a un gobierno de la democracia. Maneras responsables de hacer críticas constructivas. La política es debate, fundamentos, diálogo, acuerdos. La política no puede convertirse en promotora de La Parca.
La política no puede transformarse en “idiota”. No puede darse el lujo de volar tan bajo.