¿Y dónde está el candidato?

A menos de tres meses de las PASO, una pregunta anda rondando por los callejones de la política. Y, ¿dónde está el candidato? ¿Será un Baby Boomers o un referente de la generación X? ¿Será de derecha, de izquierda, del centro, de adentro?

Los teléfonos de los consultores arden con las llamas del fuego de las encuestas. Los periodistas discuten a los gritos defendiendo a unos, atacando a otros, y viceversa. Los publicistas imaginan eslóganes y carteles con fotos atractivas y sonrientes. El marketing se despliega por las calles como la principal militancia del siglo XXI.

Una sucesión de nombres con el número 2023 al lado. “La situación es terrible, es una bomba a punto de explotar, el país es inviable”, repiten, mientras se anotan entusiasmados en la carrera para llegar a la Rosada.

Si todo está tan mal, ¿por qué hay tantos interesados en ser presidente? ¿O será que no todo está tan mal?.

Difícil encontrar lógica en este tiempo de mucho ruido y pocas nueces. Complicado tener comprensión en un escenario del teatro del absurdo, donde los partidos políticos de antaño, que entusiasmaban a las masas, que agitaban las banderas de una causa, que hablaban cara a cara con su pueblo, se han transformado en pequeñas Pymes con tiendas online.

Lejos quedaron los años del debate político profundo, de las diferencias superadas con diálogo, del valor de la palabra, del respeto al adversario, del “que se rompa, pero no se doble”, del “para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”.

Tan lejos, que una generación que los vivió casi no los recuerda y la que no los vivió no demuestra interés en estudiarlos.

Mucho más lejos todavía quedaron los años de los “eternos laureles que supimos conseguir”, o de “coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir.”

Cristina habló del valor de la palabra en las últimas horas, repitiendo una y otra vez que “no será candidata a nada”. Lo dijo en diciembre, lo volvió a decir, lo reiteró una y otra vez. Sin embargo, parte de sus seguidores no aceptan una decisión que fue “razonada y bien evaluada”. ¿Por qué? Porque creen que es la “única que puede salvar al país” del mal y volverán los jardines a florecer y se sienten con derecho a exigirle más y más.

En la vereda contraria festejan su decisión. ¿Por qué? Porque piensan que es “el eje del mal” y sin ella cantarán los pajaritos y el país será un vergel de seres blancos y puros. Se sienten con derecho a castigarla más y más.

Así estamos. Pensando que una persona es la salvación o el abismo y que nosotros y nosotras somos simples espectadores. Una persona que “ya dio todo lo que tenía que dar” y protagonizó una gran parte de la historia de los últimos años.

Así estamos, como hace más de dos mil años. Amando y crucificando.

Pero hoy no hay milagros que multipliquen los peces y los panes. No hay milagros que conviertan el agua en vino, no hay Mesías. Eso sí, hay Judas, Poncio Pilatos, Diablos y diablitos, escribas y fariseos. Faltan apóstoles, muchos apóstoles.

Eso sí, sobran los precandidatos, mientras sigue rodando por los callejones la pregunta: ¿Dónde está el candidato?

¿Dónde está el mago o la maga que distribuya el virus de la ilusión?

¿Dónde?

Con los botines puestos

Varios ya se anotaron en la lista de los precandidatos y van promocionando sus nombres por cualquier eventualidad.

Del Frente de Todos, el más entusiasta, con campaña lanzada, es Daniel Scioli. A los 66 años, el empresario se volvió a subir a la moto de agua. Con el currículum bajo el brazo, el actual embajador de Brasil busca la revancha y endulzar el sabor amargo que le dejó 2015 al perder en segunda vuelta por solamente 240 mil votos. Es de Buenos Aires.

Le sigue en la lista Eduardo “Wado” de Pedro. Con 46 años, el abogado y actual ministro del Interior viene tejiendo relaciones con algunos gobernadores. Busca la ampliación del espacio y estuvo reunido con Luis Barrionuevo (algo que no cayó bien en los “puros” de su espacio). Hijo de desaparecidos, es uno de los fundadores de La Cámpora. Es de Buenos Aires y algunos lo ven más como vice.

El otro lanzado, con muchas críticas a un sector del Frente, es Juan Grabois. El 23 de mayo cumplió 40 años. Abogado y dirigente social, representa al Frente Patria Grande.

Tiene una intensa actividad en la organización gremial de trabajadores excluidos. Cercano al papa Francisco, el joven lanzó su candidatura por una “Argentina humana”. Nació en San Isidro, Buenos Aires.

El jefe de Gabinete del Gobierno nacional, Agustín Rossi, también se mostró interesado en participar, si bien está en compás de espera, por el momento. Tiene 63 años y es ingeniero civil. Fue precandidato en 2019 y bajó su postulación por la lista de unidad. Fue ministro de Defensa, diputado nacional, director de la AFI y candidato a gobernador de Santa Fe, provincia de la que es oriundo.

Sin confirmación, por el momento, uno de los nombres que se barajan en esta movida es el del ministro de Economía, Sergio Massa. El abogado tiene muy buena relación con Máximo Kirchner y fue elogiado por Cristina por haberse hecho cargo de una “papa caliente”, como es la cartera que preside. El 28 de abril cumplió 51 años y es el referente del Frente Renovador. Es de Buenos Aires.

¿Habrá lista de unidad? Todo es posible. Cristina sigue siendo fundamental en el armado y en el programa que deberán resolverse en los próximos días.

Juntos, pero no tanto

El PRO tiene, por el momento, dos precandidatos principales. Horacio Rodríguez Larreta. El jefe de Gobierno de CABA tiene 57 años. Es economista y tiene un Máster en Administración de Empresa. Tuvo cargo en el Gobierno de Menem, junto a Cavallo. Hizo la campaña de Palito Ortega y participó en la de Duhalde. En representación del Partido Justicialista fue nombrado interventor del PAMI, durante el Gobierno de De la Rúa. Tiempo después renunció. Trabajó para Gobiernos peronistas hasta 2003, que compartió la fórmula con Macri en CABA. Es de Buenos Aires.

Compite con él Patricia Bullrich. Con 66 años, recorrió varios partidos. A los 17 años comenzó su militancia en la Juventud Peronista. En 1977 se refugió en Brasil y estuvo fuera del país hasta 1982.

Se incorporó a la Renovación Peronista y fue diputada por Capital durante el Gobierno de Menem. En 1999, se acopló a la Alianza y fue funcionaria de De la Rúa. Luego creó su propio partido y anduvo con López Murphy, Elisa Carrió…, hasta que en 2015 fue ministra de Seguridad de Macri. Es de Ciudad de Buenos Aires.

En el radicalismo, los que tienen aspiraciones son el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y el neurocientífico Facundo Manes.

Teniendo en cuenta que en la carrera también está Miguel Angel Pichetto por Juntos y Guillermo Moreno por su espacio Periodismo con Valores, y si miramos los orígenes de la mayoría de los precandidatos, hasta ahora, podríamos recordar la frase de Perón: “Peronistas somos todos”.

A costa de la casta

El otro candidato que se presenta en contra de la casta política, aunque vive de ella, es el diputado nacional Javier Milei. El “atrapador de sueños” tiene 52 años y es economista. Se convirtió en un personaje difícil de calificar por sus ideas delirantes para algunos y contrarias a la lógica. Uno lo ve y se pregunta si estamos ante un producto de los medios con un buen marketing publicitario.

Milei es el ejemplo de los partidos convertidos en empresas del siglo XXI. No tiene estructura en ninguna provincia, es totalmente individualista y no respeta ninguna regla.

¿Quién es este personaje que avanzó a costa de la casta?

Nació en Palermo, el 22 de octubre de 1970. Fue arquero de fútbol, cantante en una banda, y se dedicó a la economía. Se fue posicionando a través de los medios, radio, diarios, televisión y redes sociales, que fueron la plataforma para dar el salto.

Ser un influencer fue su pasaje a la política. No tiene gestión, no tiene avales militantes, no tiene origen partidario.

No pertenece a ninguna generación, o pertenece a las generaciones que se han sentido enojadas con la casta política, esa casta a la que hoy él pertenece y no hace nada desde su banca.

Milei es Milei, oponiéndose a todo lo que digan los políticos que él quiere combatir sin ningún plan.

Si no tiene gobernadores ni intendentes que lo apoyen, ¿cómo hará para gobernar si llega?

Posiblemente, disfruta que lo hayan elegido como el principal contrincante.

Tal vez, eso es lo que más quería. Que Cristina lo marcara como el adversario. Que los medios lo consideraran como el adversario del tercio.

Si es así, lo logró.

Gajes del pasado

En las elecciones presidenciales de 2003 hubo tres candidatos de origen peronista y tres candidatos de origen radical. La teoría del tres.

En los comicios celebrados el 27 de abril de 2003, después del que se vayan todo y ninguno se fue, votaron 19.930.911 electores (78,21%).

Hubo tres candidatos de origen peronista: Carlos Menem (24,45%,), Néstor Kirchner (22,25%) y Adolfo Rodríguez Saá (14,11%). Entre los tres lograron un 60,86% de los sufragios.

Tres candidatos de origen radical: Ricardo López Murphy (16,37%), Elisa Carrió (14,05) y Leopoldo Moreau (2,34%). Un 32.76%

Tres candidatos de la izquierda: Patricia Walsh (1,72%), Alfredo Bravo (1,12%) y Jorge Altamira (0,72%). Un 3.56%

La memoria nunca está de más.

Por ahora, nadie sabe dónde está el candidato.

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