El carnaval inflacionario
La vida es un carnaval, cantaba Celia Cruz. Carnaval toda la vida, tiraban Los Fabulosos. Y aquí estamos en carnaval. ¿Cuál es el origen del carnaval?, me pregunto en la madrugada atacada por el virus del insomnio. ¿La fiesta al dios Baco, el del caos, el placer y el vino? ¿La celebración anterior a la cuaresma cristiana?.
Me quedo con las máscaras, el símbolo de los carnavales. El disfraz, el ocultamiento de nuestros verdaderos rostros. O el “adiós a la carne” que es su significado. Y la verdad que con lo cara que está la carne, podemos decir que estamos viviendo un carnaval inflacionario, con restricción de la alegría por el bajo consumo.
Chau carne, te amo pero no te puedo comprar. Chau alegría, te amo pero la tristeza del momento me supera.
También el carnaval está relacionado con el dios del amor y del deseo sexual llamado Kāmadeva, hijo del dios Brahma y del kamasutra. Palabras que relaciono con una cerveza, que cada vez está más cara y del Sutra mejor ni hablemos porque la kama y el deseo sexual están muy deteriorados por el odio.
Después de analizar, me sigo quedando con las máscaras. Nos podemos disfrazar de cualquier cosa. De presidentes populares, de dirigentes honestos, de personas sinceras. De superhéroes o de malvados. De Batman o de Gatúbela. De subsuelo de la Patria o de cloaca de la Patria. De planeros o planeadores (los que se van con nuestra plata), de peces gordos que vuelan (son muchos), de vacas flacas que nadan (son muchas).
Arriba las máscaras. Es carnaval. No hay que llorar, no estamos solos…La vida no se te va…si no hay galope se nos para el corazón.
Es carnaval. Y hay que vivir cantando…hay que vivir cantando…
No estamos solos, o tal vez estamos solos.
Es carnaval y no hay plata, se la fugaron.
Es carnaval y todos están disfrazados.
Es carnaval y estamos solos o tal vez no estamos tan solos.