La revolución del sufrimiento

En los primeros días de marzo de 2019, gestión de M.M, la publicidad durán -barbista difundió un vídeo con un señor que estaba muy mal pero, ojo al piojo, dispuesto al sacrificio. Dispuesto al padecimiento, a la inmolación prácticamente y que aseguraba que “el problema éramos los argentinos”.
Para ellos, fue la hora de descartar la revolución de la alegría que no pudo ser y comenzar la revolución del sufrimiento que sí pudo.
Lo escuché y lo primero que me dije, que lo parió: “Es normal, ya le echaron la culpa a la herencia recibida, a la Cuca, a los 70 años del peronismo (un grave error de cálculo matemático si se repasa la historia de proscripciones, dictadura y demás yerbas), a la situación internacional, al miedo a la Cuca, a la Cuquita y a los cuquitos”.
Ya no le quedaban más culpables y entonces aparecimos en la sinfonía del engaño publicitario, nosotros, los argentinos.
Los argentinos, que con todos nuestros defectos, venimos superando crisis, resignando sueños, avanzando dos pasos, retrocediendo cinco, trabajando para enfrentar, con los pocos recursos que tenemos, las tormentas en la que ellos nos sumergen por sus errores, ineptitud, perversidad, conveniencia, egoísmo o psicopatía.
Vaya uno a saber.
En el mar tormentoso, nosotros andamos en balsas sin remos o con un salvavidas de plástico desinflado. Ellos nos miran desde la orilla o desde el aire.
Pero, tal vez nuestro problema es no salir masivamente a exigirles a nuestros mal llamados representantes que cumplan con lo prometido, que hagan honor a su mandato de gobernar para nosotros, los argentinos, los culpables de acuerdo a barbita.
Tal vez nuestro problema es no exigirles que sean fieles a su juramento o a nuestro himno.
Porque los que juraron y juran por Gloria morir, a Gloria la mataron hace rato y ellos están cada vez más saludables sin Gloria.
Y nosotros cada vez más decididos a resucitar a Gloria.
En los primeros días de marzo de 2024, volvimos a nadar en el mar tormentoso y ellos nos siguen mirando desde la orilla o desde el aire. Ellos volvieron, tras cinco años y siguen saludables sin gloria.
Siguen echando las mismas culpas de siempre, siguen con las mismas mentiras de siempre, con las mismas y agravadas sicopatías. Tal vez, parte del problema esté en los argentinos que necesitan la revolución del sufrimiento y que no les importa el destino de Gloria. Es más, odian a Gloria sin conocerla.
Tal vez.
Quizás, quizás, quizás.
 Imagen Stefan Keller en Pixabay

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