Enemigos de la democracia, dueños de todo, generadores de nada
“La historia parece propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”. Rodolfo Walsh
Dueños de todo, generadores de nada. Dominando todo, aportando nada. Usurpadores de la historia y de la memoria. “Hay que superar la lógica capitalista, hay que superar la plaga neoliberal y hay que superar el liderazgo malévolo; tres barreras principales”, expresó Noam Chomsky en una interesante entrevista realizada por la presidenta de Télam, Bernarda Llorente.
Superar la plaga neoliberal. Esa plaga que afecta al mundo hace años y está enquistada en nuestro país en el tronco de una clase dominante que se adueñó de todas las cosas, como escribía en la década del 70 el periodista Rodolfo Walsh, luego desaparecido.
Pasan los años y ellos siguen con sus tentáculos extendidos en los nietos y nietas de los nietos y nietas. Los que nunca generaron nada, los que nunca aportaron nada. Mejor dicho, regalaron males y liderazgos serviles a sus intereses económicos. Dirigentes rindiendo pleitesía a los monarcas desestabilizadores.
Golpe a golpe, verso a verso. La mentira en una mano, la maza en la otra. Ellos no descansan, no dan tregua, buscan el caos. Incentivan el caos. Nada nuevo bajo el sol, lo hicieron siempre, derrocaron gobiernos, bombardearon, desaparecieron. La peste que nos azota desde hace años.
Son pocos, pero tienen todo el poder. Dura batalla, peligrosa guerra. Democracia en riesgo.
“Debemos reconocer que este es un momento histórico notable. Estamos en medio de una confluencia de crisis existenciales: la de la catástrofe medioambiental, la de la guerra nuclear, la crisis del deterioro de la democracia, que es el único medio para combatir estas crisis. Y, además, las crisis de pandemias”. Palabras de Chomsky, el pensador de 91 años que ha dejado importantes reflexiones a lo largo de su vida.
La democracia es el único medio para combatir estas crisis. Por eso intentan debilitarla, quebrarla, agrietarla. Promueven la división de la sociedad en forma constante, para condicionar a los gobernantes.
Los dueños de todo no tienen ideas, no discuten políticas, no creen en la diversidad de pensamiento. El único pensamiento que aceptan es el propio, el que no tiene espacio para tocar sus privilegios.
Para llevar a cabo su reinado usan a determinados personajes de la política y a los medios de comunicación. “El propósito de los medios masivos no es tanto informar y reportar lo que sucede, sino más bien dar forma a la opinión pública de acuerdo a las agendas del poder corporativo dominante”. Otra frase de Chomsky.
Al trabajo desvirtuando la realidad de muchos medios se suman los agitadores de las redes sociales. Poco a poco se va generando el clima para cultivar el conflicto social.
Lo venimos advirtiendo desde esta columna. Una minoría opositora que niega, sin fundamentos, todas las propuestas del gobierno elegido el pasado 10 de diciembre por amplia mayoría.
Un sector que usa la pandemia y la muerte para sus propios fines personales. Un sector que celebró la rebelión policial de la semana pasada. ¿Puede haber algo más antidemocrático que festejar la insubordinación de las fuerzas que están para brindar seguridad?
Sin embargo, en nombre de la República “aplaudieron”, algunos, el accionar de un grupo de policías bonaerenses que fueron a manifestar en la puerta de la Quinta Presidencial, con las armas en sus fundas, desafiando no solo la autoridad de sus jefes, sino al propio presidente de la Nación.
¿Qué hubiera pasado si el presidente no hubiera actuado con calma, con sensatez, evitando una movilización de sus simpatizantes que ya se estaba preparando? ¿Hubiéramos tenido que llorar más muertes?
Si hubiéramos tenido un liderazgo “malévolo” (al estilo de otros mandatarios americanos), las consecuencias hubieran sido muy graves.
Demasiado graves.
“La política es la guerra sin sangre, la guerra es la política con sangre”
La frase, del subtítulo, es dicha por un personaje de la serie danesa “Borgen”. Vale la pena reflexionarla. La política es la única herramienta que tenemos para evitar el derramamiento de sangre y evitar una mayor cantidad de víctimas del coronavirus.
Los gobernantes, mayoritariamente, a lo largo y ancho del país están tratando de valorizar la vida. No es momento para sacar de paseo todas las miserias humanas.
No es momento para la guerra que se nutre con la muerte.
Sensatez, madurez, un poco de amor por la Patria y por el pueblo. No es mucho pedir a un dirigente, de cualquier partido, que ha dedicado su vida a la política, que ha jurado defender al país y a su gente.
Todavía no sabemos a ciencia cierta cómo superaremos esta locura que trajo el año 2020 y muchos están pensando en los candidatos de 2023. De 2023. Locura a la máxima potencia. Tiene razón Chomsky cuando afirma que estamos en medio de crisis existenciales.
Desde este mismo suple hemos hablado de la insoportable levedad de “no ser”. Los que no pueden soportar la derrota sufrida en las urnas tendrían que analizar los errores cometidos y tratar de enmendarlos, si son buenas personas, si son buenos políticos.
Hacen todo al revés. Echar culpas al otro. Erosionar al gobierno que ganó, boicotearlo para que le vaya mal, denunciar cualquier cosa, inventar cualquier cosa. Justificar sus posiciones injustificables.
No llama la atención, es lo que hicieron siempre. Es lo único que saben hacer, según parece.
Porque cuando les tocó gobernar no supieron. Cuando el pueblo le dio la oportunidad al llamado “círculo rojo” y a sus gerentes de manejar los hilos del Estado se comieron todas las curvas, se metieron en todas las tormentas, se fugaron todos los dólares, nos clavaron una deuda impagable, se llenaron los bolsillos con el dinero de todos los argentinos.
Las penas fueron de nosotros y los dólares ajenos en esos cuatro años de tránsito por la oscuridad buscando la luz al final del túnel y el segundo semestre que nunca supimos conseguir.
Al presidente Alberto Fernández no lo dejaron ni desayunar tranquilo apenas asumió. Lo recibieron convocando cacerolazos, banderazos, reclamazos y todos los azos imaginables, menos los abrazos. Llegó la pandemia y empezaron los marchazos, los anticuarentenazos, los banderazos. Salieron a la calle los “libertarios” llenos de frases delirantes, insultos, especulaciones alienígenas. Ni una sola idea. Ni una sola propuesta. Ni un solo aporte para mejorar la vida de los residentes de esta hermosa Nación.
Todo negación. Todo agravio. Todo golpe.
¿Eso es ser democráticos, eso es ser republicanos?
No, eso es odio. Las cosas hay que llamarlas por su nombre.
Odio, resentimiento, individualismo, codicia, avaricia. Las miserias humanas enemigas de la democracia, enemigas de la humanidad.
Los que buscan la guerra, los que disfrutan con la sangre, los que lucran con la muerte, los que se alimentan del sufrimiento de las mayorías.
Los dueños de todo, los generadores de nada.
La peste negra. La que “Nunca más” queremos.
-Nota publicada en mi Suple Mano a mano de El diario del centro del país. www.eldiariocba.com.ar
Ilustración de Raúl Olcelli