El amor no está en el sistema

Leí tanto sobre el amor hoy que sentí ganas de escribir sobre él. Me extendí un poco pero me gustaría que se tomen unos minutos para leerlo y reflexionarlo. No pierden nada.
Apuntes sobre el amor.
Mucho se habla sobre el amor y todos tienen una explicación fundamentada en la lógica que se va construyendo en el entramado de las relaciones humanas. Y así en el diván del terapista, la estación predilecta de los atacados por las frustraciones amorosas, se van armando las piezas de la sintética y cada vez más artificial definición del amor.
Y entonces, por obra de la ciencia exacta, la criatura de cuatro letras apenas se transforma en una materia destinada a sufrir el desgaste de su uso o mal uso.
Y de pronto, por obra de las mentes educadas en el sistema, el amor es uno más, de los millones de marginados y excluidos, apenas una palabra sin igualdad de oportunidades que es arrojada a la intemperie si no se ajusta a las reglas del éxito de nuestro prefabricado régimen social.
En este escenario, el amor puede ser considerado una de las materias primas de la conveniencia, un fondo de inversión a corto plazo, una bebida del explosivo cóctel “Tire y afloje”, el nombre de un fideicomiso, una de las variables del libre mercado, un chip del avance tecnológico y hasta un rollo de papel de cocina.
Todo es igual.
Pero lo que olvidaron los constructores de este mundo manipulado por un grupo de poderosos adoradores de la acumulación de riqueza, es que el amor no pertenece a su reino, no es una pieza de la gran maquinaria social.
No es un número de expediente, ni aportante a la Caja de Jubilaciones. No tiene Cuit, ni Cuil, no es buen contribuyente ni evasor. No es infiel, ni traidor, no es mercenario.
El amor, señores, no está en el sistema.
Por lo tanto, aleluya, no puede ser definido, etiquetado, estereotipado, embargado, rematado, catalogado. No puede ser exhibido en la góndola, encerrado entre rejas, agraviado por su comportamiento o despojado de su dignidad.
No puede incorporarse a un plan de ahorro, venderse en doce cuotas sin interés, entrar en el programa precios cuidados ni reclamar la eliminación de las retenciones.
El amor, señores, no está en el sistema. Es de otra dimensión, de otro plano. Y la única manera de conocerlo es cruzar la frontera que divide el mundo real tan injusto del mundo ideal. Ese mundo de igualdad, fraternidad, libertad que soñamos y seguimos soñando.
El mundo donde vive el amor, donde van de excursiones los poetas.

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