El genio de los “zapatitos blancos”

¿Quién es Gustavo Beliz?, el hombre que reapareció después de muchos años en el entorno del presidente electo Alberto Fernández. Muchos lo recordamos, los más jóvenes tal vez no lo registran.

Nació el 7 de enero de 1962 en Buenos Aires. En una década marcada por los golpes militares, las protestas del mayo francés, el Cordobazo, el Viborazo y la proscripción del peronismo. En ese contexto fue creciendo y estudiando.

Se inclinó por la Abogacía y la Procuración, carrera que cursó a partir de 1981 en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. A pocos años de recibir su título fue beneficiado con una beca otorgada por el British Council para realizar trabajos de investigación en la London School of Economics en Londres. La temática fue “Globalización y Reforma del Estado en Argentina”.

Fue considerado un joven brillante. En 1987 fue nominado como uno de los 20 jóvenes sobresalientes con una beca de estudios en Japón, en el marco de los acuerdos culturales suscriptos por el presidente Raúl Alfonsín y el primer ministro Yasuhiro Nakasone.

En el año 1992 fue elegido como uno de los “10 jóvenes sobresalientes de la Argentina”, por la Cámara Junior de Buenos Aires.  

Trabajó como periodista, en el terreno deportivo y político.  En el año 1994, ejerció la tarea de consultor de la CEPAL en las Naciones Unidas. Fue consultor e investigador independiente en el marco de la fundación Konrad Adenauer.

Ejerció diversos cargos, pero fue uno de los autores de los discursos de Carlos Menem durante su primera presidencia.  En ciertos sectores del peronismo, recuerdo que por lo bajo lo llamaban con el apodo “zapatitos blancos” por su condición intelectual y alejado “del barro”.

Beliz tenía una mirada muy avanzada para la época. Llegó a ministro del Interior y un día se fue diciendo que el menemismo “era un nido de víboras”. Pegó el viraje en 1993 y fundó su propio partido, “harto de la corrupción”, según transcendió.

Por esos años volvió a conectarse con Alberto Fernández, a quien los había relacionado la Facultad de Derecho.

En 2003, su partido integró el Frente para la Victoria y puso sus fichas en el expresidente Néstor Kirchner. Le tocó bailar con la más fea, tras el triunfo de NK, fue designado ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos.

Y ahí comenzó un desafío que lo llevó al llano tiempo después.  Intentó una campaña por la transparencia de la justicia federal, impulsó el juicio político a los miembros de la Corte Suprema sospechados de corrupción y estableció un método de autolimitación de la designación de jueces por el Poder Ejecutivo Nacional, con el objetivo de lograr mayor transparencia y participación ciudadana.

En ese instante ya estuvo marcado, hasta que se tomó el atrevimiento de publicar, según dicen, una foto del espía Jaime Stiuso. Los pulgares abajo se multiplicaron para sacarlo de pista. Y lo sacaron. Hay muchas versiones, el hecho es que renunció y se fue.

Según su biografía, entre 2005 y 2013 residió en Washington, trabajando en el Banco Interamericano de Desarrollo. ​ En 2013, se mudó a Uruguay, donde dijo estar en un “exilio involuntario”. Actualmente reside en Buenos Aires y, desde 2014, es director del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Se alejó de la política nacional. Escribió diez libros. Y tal vez sus zapatos ya no son tan blancos.

¿Por qué volvió?, pronto lo sabremos.

Fotos: Wikipedia y agencia NA

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