El mundo está viejo, es hora de un mundo nuevo
El mundo perdió la brújula. Gira y gira lentamente alrededor del profundo abismo ahondado por el virus. A las guerras conocidas se sumaron las nuevas batallas.
A las desigualdades se agregaron más inequidades, más miserias. El mundo está senil.
Lleva en sus espaldas demasiados pecados, originales y fotocopias. Pecados capitales y financieros. No supo, o no pudo, cuidar su especie ni su espacio.
Sí, el mundo está viejo. ¿Es hora de un mundo nuevo?
La pandemia llegó sigilosamente, se instaló en el corazón, en cada uno de los rincones de un planeta que se mira al espejo y no reconoce su propio rostro. El Universo lo mira sin comprender.
Es hora de un mundo nuevo. Es momento de la recuperación del Estado de bienestar.
Ningún problema tendrá solución si los líderes políticos no toman las riendas del destino de sus pueblos.
El mercado no puede, ni debe, seguir conduciendo la nave del averno. En las peores crisis, en las profundidades más oscuras, la salvación fue el Estado fuerte, robustecido, presente.
El Estado capaz de redistribuir la riqueza, proveer el bien común, ponerle freno a la codicia de una minoría colmada de privilegios. Una minoría que no duda en arrojar a una vida miserable a millones de seres humanos.
El viejo mundo debería partir con su mochila de sueños rotos, de muertes sin sentido, de disputas por un poder, tan frágil, que se fue desmoronando frente al embate de una criatura invisible que transitando por sus pasillos sacó a la luz sus mayores pecados.
¿Quién hubiera pensado que la tercera guerra mundial se iba a librar contra un virus?
El Estado presente
Después de la Segunda Guerra Mundial, el Estado de bienestar comenzó a implementarse en diversos lugares del mundo. En Argentina surgió durante el gobierno de Juan Domingo Perón, en el año 1946.
El Estado implementó una serie de medidas para regular los mercados, controlar los precios, tomar el control de las riquezas del país, recuperar la independencia económica y la soberanía política.
Las premisas del EB tienen en su base la igualdad de oportunidades, distribución equitativa de la riqueza y la justicia social. Educación, salud, acceso a la vivienda, trabajo, son parte de la responsabilidad que asume para garantizar derechos a todos los ciudadanos.
Perón impulsó la reforma a la Constitución. La nueva norma, aprobada en 1949, consolidaba los cimientos del Estado benefactor.
Cimientos que luego fueron arrasados por sucesivos gobiernos militares en complicidad con civiles que nunca fueron juzgados.
Algunos de esos principios se mantienen en la actualidad, tras idas y venidas por los carriles del neoliberalismo que se adueñó de gran parte del mundo.
Hoy, numerosos países están enfrentando la pandemia con la presencia activa del Estado.
Los liderazgos más responsables han entendido que la recuperación de sus economías requiere de una participación mayor de la cosa pública. Empieza a alumbrar, nuevamente, el rol protector estatal.
Un año en crisis
El Gobierno del Frente de Todos asumió en un momento crítico para la economía. Inflación del 50%, deuda imposible de pagar en los plazos establecidos, 40% de pobreza, desempleo, industria casi paralizada, numerosas Pymes cerradas, sistema de salud en condiciones precarias.
En ese contexto, sin dar tregua, hizo su aparición pública el COVID-19. Y el Estado tomó la conducción y se puso al frente. A pesar de las críticas constantes, los intentos de desestabilización, los ataques del poder hegemónico, hubo logros significativos.
Se impulsó la Tarjeta Alimentar, se incrementó la Asignación Universal por Hijo, fue fortalecido el sistema de salud pública y el ala científica.
Las tarifas de los principales servicios se congelaron, las empresas recibieron el ATP para sostener a los trabajadores, se otorgó el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) durante tres períodos, se dieron créditos a tasa 0.
La deuda con los acreedores privados fue reestructurada, la inflación bajó 20 puntos, las empresas endeudadas tuvieron el beneficio de una moratoria, entre otras cosas.
El Estado estuvo presente. Parte del sector privado también hizo su contribución. No podemos decir lo mismo de las familias más poderosas que se niegan a dar su aporte solidario y buscan judicializar la ley aprobada en el Congreso para gravar por única vez las grandes fortunas.
Siguen pensando, únicamente, en sus intereses particulares y corporativos. Parece no importarles la reconstrucción de un país que tanta riqueza les proporcionó por los siglos de los siglos.
La nueva etapa
La llegada de la vacuna fue una de las expectativas en las preliminares de 2021. El nuevo año está dando sus primeros pasos con el virus a cuestas.
Según los datos de la Universidad de Oxford, Argentina se ubica entre los primeros 15 países del mundo en cantidad de personas vacunadas por habitante. Y es el tercero en todo el continente americano, detrás de EE.UU. y Canadá.
Un logro histórico del Gobierno encabezado por el presidente Alberto Fernández. La mano del Estado, nuevamente. La mano del Estado para salvar vidas.
Argentina ha construido fuertes lazos en el contexto internacional y se perfila como el país latinoamericano que más crecimiento tendrá este año.
Las autoridades estiman que en abril, la mayor parte de la población habrá recibido la vacuna y la circulación del virus se reducirá notablemente. Sin embargo, es necesaria la responsabilidad social de la población para evitar los rebrotes que hoy tienen en jaque a los principales países del mundo.
La clave del programa de gobierno está puesta en la economía. La producción, el trabajo, el consumo serán los ejes del plan para poner a “Argentina de pie”.
Los fantasmas andan haciendo de las suyas en bambalinas. Es un año electoral y la oposición jugará sus fichas con el tema judicial. Lo que hicieron siempre. Se vendrá una lluvia de las denuncias más disparatadas, ataque frontal a la vicepresidenta Cristina Fernández, avance en causas de exfuncionarios.
La reforma judicial es otro tema de centralidad para el Gobierno. No es una cuestión simple, en varias oportunidades se intentó sin éxito.
En los despachos de la Rosada esperan que durante el verano, Diputados consiga los votos para convertir en ley el proyecto que tiene media sanción del Senado.
Mientras tanto, el presidente trabaja junto a un grupo de reconocidos juristas en otras variantes.
El diputado Rodolfo Tailhade afirmó que durante la despedida del año en Olivos, Alberto insistió en la reforma judicial y adelantó que enviará más proyectos en torno a este tema.
En poder del mandatario está un informe que propone la reforma de la Corte Suprema, el Ministerio Público y el Consejo de la Magistratura.
Se viene uno de los veranos más calientes.