Una noticia bomba

Tengo una noticia bomba, dijo el periodista “estrella” (un tanto estrellado) frotándose las manos junto al calefactor para sacar el frío de su conciencia sin con y sin ciencia.

¿Bomba?, preguntó el editor.

Sí, es tan explosiva que no tiene ni una pieza de verdad. Es tan falsa que ningún escuadrón podrá desactivarla, respondió lanzando una carcajada practicada después de tomar dióxido de cloro.

“Muy bueno, hay que usar las armas”, expresó Patricia pidiendo un brindis por la “mano dura”.

“Eso es una caricia significativa”, dijo Mau (sin Ricky), observando todo desde una reposera y aclarando que la bomba es muy pequeña en un mar muy grande, mientras espiaba con su largavista a todo bicho que camina y contamina su asador.

“Menos mal que me fui a tiempo”, susurró un fugado, en chat virtual, tomando su café en un bar cruzando la frontera.

“Tomá mate con chocolate”, le gritó una rebelde llamada Katrina acusada de ser “grasa”.

“¿Es una bomba o un bombo?”, preguntó el delegado sindical.

“Bomba y bombo son parte del sistema opresor capitalista”, marcó la representante zurda que escribía con la derecha.

“No podemos publicar una mentira”, susurró una periodista de la vieja escuela de la ética.

Todos y todas la taladraron con la mirada.

“Quién dijo que es una mentira”, vociferó el editor aplaudido por los presentes.

“Dijo que no tenía una pieza de verdad”, insistió la periodista susurrando.

“¿Verdad? (Risas de la mayoría) No existe, es relativa, es marginal.

No entendés nada, no escuchás nada, no ves nada, sos una inútil, una mentirosa populista y nos querés destruir”, repitieron a coro señalándole la salida.

La periodista formada en la vieja escuela y en la ética tomó sus cosas y se fue. Al final entre una bomba falsa y un bombo falso hay una sola vocal de diferencia.

Y la verdad, es la excluida del sistema, como los pobres.

La oveja negra.

 

Imagen de Merio en Pixabay

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