Desde el dolor, desde el amor nos salvaremos
¿Quiénes somos, realmente? ¿Qué clase de personas somos? Me lo he preguntado, igual que ustedes, mil veces mientras navego por el mundo virtual y remo en el mundo real.
¿Qué clase de sociedad hemos construido? ¿Qué culto le hemos rendido al individualismo?
Me lo he preguntado mil veces, igual que ustedes, intentando difundir el amor por sobre el odio.
Debo reconocer que los resultados han sido magros, muy bajos en calorías y casi carentes de las vitaminas básicas.
No se puede estar bien, en un escenario con tantas falencias, con tantos ataques al que trata de hacer algo, con tanta mentira, con tanta rabia, con tanta indignación.
Siempre creí que las palabras son poderosas, para bien o para mal. Las palabras pueden construir un puente o dinamitarlo. Últimamente, las palabras son usadas para destruir. La rabia, la indignación, la crítica sin control, el insulto, la mentira, la denuncia prefabricada son la moneda corriente en las redes sociales.
Umberto Eco escribió: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas.”
Y en esa invasión, nos manejamos hasta que nos enfrentamos cara a cara con los seres humanos que nos piden ayuda. Una ayuda, noble, sincera, directa que se pierde entre la invasión de “los idiotas”.
Ayer, leí y me cuesta creerlo que un compañero, que no conozco, decidió escribir su mensaje final en este plano.
Me cuesta creerlo, porque generalmente la decisión de abandonar este mundo, por decisión propia, no se hace pública, se oculta y se explica con alguna carta privada para deslindar responsabilidades de su entorno.
Sin embargo, leo en la red que un compañero, muy apreciado en la red, decidió “abandonarse a los brazos de la Parca, cansado de luchar”
Y, de pronto volví a sentir que no estábamos entendiendo el mensaje. Si perdimos un compañero, que nos dio muchas señales, es necesario reflexionar y no andar tirando culpas para un lado o para otro.
Si, fue así, es fundamental repasar nuestra faz humana, es fundamental revisar nuestra solidaridad, es elemental recuperar el amor al prójimo.
Si, un compañero decidió “irse”, ojalá que no, dejando un mensaje público, nos está señalando un camino, nos está diciendo que dejemos gastar palabras basadas en nuestro individualismo, que dejemos de mirarnos en nuestro espejo y nos miremos en lo colectivo, que dejemos de creernos los sabiondos y aportemos a la humildad.
Nos está diciendo que dejemos de pelearnos y decidamos unirnos para que nunca más ningún compañero o compañera tenga que sacrificar su vida para que nos demos cuenta que solo el amor y la unidad podrá salvarnos.