Conductores del tren fantasma
Están, existen, no se dan por vencido, no resignan sus privilegios. Se creen dueños de todo.
Dueños de la vida y de la muerte. Están, se pasean ostentosos por los pasillos de la antesala al infierno. Falsifican la verdad, manejan los botones del mercado, presionan a los poderes de la democracia.
Utilizan el espionaje, los favores recibidos no pagados, las debilidades de una dirigencia burócrata que ha cometido todos los pecados capitales a lo largo y a lo ancho de su trayectoria.
Están con sus trajes hechos a la medida de sus ambiciones. Pasajeros de pronto de una nave contaminada por un alienígena que no pueden manipular. Una nave capitaneada por un abogado, profesor, que no pueden controlar totalmente. Y con tripulantes que la tienen clara.
Un presidente, y su frente, que prioriza la vida y tiene el apoyo de una comunidad que se ha ido organizando para protegerse y proteger a sus seres queridos. ¿Quién lo hubiera imaginado hace un par de meses?
¿Quién hubiera apostado que la grieta que dividía a la sociedad en dos, se iba ir cerrando hasta convertirse en un hoyo negro de escasas dimensiones? Un hoyo negro que encierra en su interior los históricos enemigos del país y del pueblo.
La grieta, reducida a un agujero oscuro con personajes siniestros manejando los vagones del tren fantasma. Personajes, que son ramas del árbol genealógico que cercenaron libertades y hoy reclaman libertad incentivando a los argentinos a desafiar La Parca, por un puñado de dólares para sus bolsillos.
“No mientan más, me cansan las mentiras, porque cuando mienten le mienten a la gente. Hay opositores que no gobiernan y en twitter convocan con gran imprudencia al descuido de la gente. No me van a torcer el brazo, voy a cuidar a la gente antes que nada.” Palabras de Alberto Angel. Entendieron o quieren que les pase una filmina.
¿Quiénes son los que mienten, los que hacen lobby?, se lanzó a preguntar un periodista de uno de los grandes medios. No preguntes lo obvio, lo que todos saben, lo que la mayoría ya entendió.
Los pro lobistas siguen usando la táctica del miedo. Se viene el comunismo, los médicos cubanos son espías, nos van a quitar la tierra de las macetas, se quieren quedar con el tocadisco de la abuela. No, muchachos y muchachas. El miedo, estilo marcos con pena y barba que dura, no va más.
Ese miedo es ridículo, delirante, arcaico. Hoy, el temor es al virus infiltrado en la nave de los pecados capitales. Esos pecados que todos ustedes, conductores del tren fantasma, cometieron durante años.
El octavo pasajero, virus invisible, está en su nave.
Y creo que pocos, muy pocos, se van a inmolar para salvarlos.