El virus de la nostalgia sin corona

Oh destino…sin tino! des apenas. El mundo gira y yo no. Atrapada en medio de la pandemia, en pausa.
Tal vez si aprendiera a girar como el mundo podría detenerme en algún lugar, un rato, pequeño,fugaz.

Detenerme en las uvas, en los árboles, en una calle con lluvia, en un parque con nieve, en un refugio con sol.
Detenerme frente a una puerta cualquiera y pensar si el hombre que mira, desde el ojo de la cerradura, es un alma gemela, un gemelo, o apenas la publicidad de algún aspirante a candidato a cualquier cargo.

Se que no soy la margarita de nadie y mucho menos Margot. Ni logro, aunque lo intento, ser Malena, la que canta el tango como ninguna y en cada verso pone su corazón, ni la mina que se afanó hasta el color.
Todavía tengo el pucho en la oreja y la yerba secándose al sol. Todavía canto Cambalache y me asombro de la maldad insolente. De la vara que iguala a un burro con un gran profesor.

Todavía me sorprende ver la grieta que nos divide, nos atormenta, nos enloda.Todavía me angustia el odio sin fundamento, la práctica de la calumnia, el arte de la mentira permanente, el ataque al que piensa distinto.

Oh!, destino sin tino. Des apenas. El virus de la nostalgia sin corona se pasea por el mundo, nos interpela, nos enfrenta nuestros miedos, a nuestras verdades jamás contadas, a los prejuicios nunca superados, a los rencores sin cura y sin remedio.

Me pregunto, en las noches de insomnio, si tendremos la fuerza suficiente para unirnos, la fuerza para mirarnos frente a frente como hermanos, como hijos de esta Patria que nos cobijó en sus brazos con amor. Esta Patria sufrida y firme como una roca.

En estos días inmersos en el virus de la nostalgia sin corona, quisiera ser táctica y estrategia, construir con palabras un puente indestructible (gracias Mario Benedetti) y con algún pretexto cualquiera quedarme en vos, habitante de estas tierras tan llenas de encanto, tan bendecidas.

En estos días locos, con la espada de la pandemia en la espalda y en la cabeza, quisiera ser la playa de un faro, la ola de un mar (excepto el Muerto), la sombra de la luz (con lámparas bajo consumo).
Pero, siempre hay un pero en el cosmos de los sueños y los deseos.

Soy apenas una partícula minúscula del universo, perdida en el huso atlántico, buscando su nave, que no está.
Su nave que es apenas un punto, casi invisible, en el horizonte.
Un ínfimo punto tan lejano, tan inalcanzable, como la utopía.
Y sigo caminando, porque creo en vos, habitante de estas tierras tan llenas de encanto, tan bendecidas.
Creo en vos.

Imagen: Pixabay ancca

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