Tomá mate, con chocolate

  1. Pensé mucho en esa frase, que se viralizó por un motivo muy simple: la tiró Cristina. No es un simple conjunto de cuatro palabras pegando en el marketing frívolo de estos locos tiempos.

Es mucho más fuerte. Me recordó a una compañera de trabajo de los tiempos juveniles. Yo daba clases en un colegio secundario, era secretaria de un Laboratorio de análisis y a la noche estudiaba en la Facultad Tecnológica.

En el Laboratorio, éramos dos asistentes.  Ella hablaba poco, era muy perfeccionista en su trabajo de limpiar los tubos y los equipos. Disfrutaba del ritual de tomar mates a la tarde cuando estábamos solas y hablábamos de bueyes perdidos.

Un día, llevé una caja de chocolates que nos había regalado uno de los pacientes.

Sus ojos se llenaron de lágrimas. De pronto empezó a reír, a subir la música y a bailar. “Vamos a tomar mate con chocolate”, expresó eufórica mientras imitaba los pasos de Travolta, en Fiebre del sábado por la noche con el ritmo de Manteniéndose vivo de los Bee Gees.

“En mi casa éramos muchos hermanos, en la cena había mate cocido con pan. Las mujeres mayores, le dejábamos el pan a los más chicos. Y nos íbamos a dormir con dolor de panza por el hambre. ¿ Sabés lo que es el hambre?

No, le dije. En casa, pasamos momentos difíciles, pero nunca faltó comida. “Mi abuela tenía un gallinero, una quinta, y comer era lo principal, nos rebuscábamos, trabajábamos y aportábamos al fondo común. Mis tías siendo niñas hacían el tambo, ayudaban en el campo.”

Sonrió, se le formaron los dos hoyuelos que la caracterizaban. “Las mayores  empezamos a trabajar a los 10 años, limpiando casas de los más ricos. Nos pagaban con mercadería, de sus propios almacenes. Recuerdo que traíamos muchos paquetes de yerba y ningún chocolate. Cansada de tanto fregar, tomaba un mate cocido muy aguado y soñaba con una casita de chocolate. Una casita que no era para nosotras.”

Nos quedamos en silencio, un rato, mientras nuestras bocas se teñían de marrón chocolate.

Recuerdo la mirada de ella, la voy a llamar Ariadna, tal vez pensando en hilo de la mitología, el hilo que ayudó a Teseo, por amor a matar al Minotauro, pero el joven en su ingratitud, o no, la dejó abandonada a su suerte.

Cuando pienso en nuestra historia, en la mitología que me encanta leer, en las tragedias de la humanidad, siento que estamos muy lejos de haber avanzado en las diversas etapas de la historia cultural de la humanidad.

De pronto, y repetidamente, nos convencemos que la “mayoría vota por el bolsillo, por tener más dinero” y agrego que hay millones que “votan por el estómago, por tener comida”

Por tener “mate con chocolate”.

Y entonces, me pierdo en una serie de preguntas. Y el país que queremos no es tan lineal, ni marketinero, ni de slogan baratos, ni de periodistas mentirosos, ni de periodistas promocionadores de la mentira, golpeándose el pecho.

El país que queremos no es de ególatras, sin filtro, insultando porque “lo único que les importa es tener razón”

El país que queremos, no es de dirigentes groseros, chistosos, negando sus acciones con el afán de destruir al voto popular.

El país que queremos, no es de iluminados atacando todo lo que hace el gobierno, y tratando de voltear a uno de sus mejores ministros. para sentirse dueños de los “votos”.

No, el país que queremos lo soñamos, algunos, hace muchos años. Otros, lo soñaron hace un par de años y a muchos todavía no le dimos la oportunidad de soñarlo.

Antes de cerrar la nota, pienso en la necesidad de abrazar a los que votan con nuestra cultura culinaria, no con el bolsillo.

A los que sueñan, como mi recordada Ariadna, con una casita de chocolate que se derrame sobre el mate cocido.

A los que no se pueden dormir más con dolor de panza. A los que desean algo tan simple, como una buena comida.

Algo tan simple. como un abrazo, con mate y chocolate. Sin la literalidad de una frase con remera.

Con la convicción de ser compañeros y compartir el pan y la comida. Sentirnos cerca, tendernos la mano, ser un pedazo de chocolate manchando nuestra cara.

 

Imagen de lisa runnels en Pixabay

También puede gustarle...