“Hagamos un esfuerzo de patriotismo”

Divididos seremos esclavos: unidos estoy seguro que los batiremos: hagamos un esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares, y concluyamos nuestra obra con honor.”

José de San Martín

 

En tiempo de pandemia, violencia. El tiempo de pandemia, crisis. En tiempo de pandemia, odio. En tiempo de pandemia, amor. La Patria, esa que tanto decimos adorar, portando la bandera argentina, espera mucho más de nosotros por estos días.

Agitar la celeste y blanca para justificar agresiones, mentiras, ofensas, es peligroso.

Cada uno de nosotros, tiene su cuota de responsabilidad en la construcción del futuro del país, inmerso en un mundo sumido en la presencia de un virus que ha venido a desnudar las virtudes y miserias del sistema global.

El mundo está sufriendo, América está sufriendo. Argentina está sufriendo.

En los ojos de la tristeza, tenemos la oportunidad de ver la esperanza. La posibilidad de atrapar la esperanza, rescatarla de las garras de la desesperanza.

Es complejo, es necesario tener una visión en las profundidades, meterse en el fondo, bucear, indagar, descubrir. Despojarse de las vanidades, de las ambiciones desmedidas, de los prejuicios, de los pre conceptos adquiridos.

¿Quién logra hacerlo, quién se toma el tiempo para buscar el tesoro escondido en los ojos de la desolación?

Posiblemente son pocos, o muchos, pero son los que pueden conducirnos a la salida de este desierto, de esta tormenta agotadora que vuelve y vuelve, una y otra vez. Pocos o muchos existen, respiran, saben, reflexionan, nos muestran los distintos ángulos de las mentiras.

Más que nunca, o más que siempre, necesitamos la política. La política en serio, noble, comprometida con la sociedad. Precisamos, unirnos, hacer un esfuerzo de patriotismo, como decía José de San Martín.

El 9 de julio celebramos la independencia. ¿Celebramos?

En horas de la mañana, la imagen del presidente Alberto Fernández, acompañado por los gobernadores de todos los signos políticos, representantes empresarios, referentes del sindicalismo encendió una pequeña llama, mostró un pequeño sendero rumbo a una fase en la recuperación de la política del debate, de las ideas, del consenso.

Horas después, escenas violentas en una manifestación en CABA nos recordaron que el odio es un enemigo poderoso y se filtra en el concierto del siglo XXI, de manera similar a otros momentos de nuestra historia.

¿No hemos aprendido nada? ¿Qué motivación tiene un pequeño grupo de dirigentes empecinados en sembrar el rencor, en fomentar la división?

¿Tienen un proyecto superador de país? ¿Trabajan por el bien del país y de los argentinos?

Preguntas que surgen en el Día de la Patria. Esa Patria que nació, entre diferencias, gracias al coraje de sus héroes. Gestada entre ideales y fuego, por los que no dudaron en morir; desterrados, enterrados, ahogados, injuriados; para asegurarle la vida eterna.

Nuestra Patria, la de todos, sin distinciones de razas, credo, clase social. La de todos. La de todas.

“Constituir la unión nacional, consolidar la paz interior”

En 1983, a la hora tan ansiada de recuperar la democracia, corría por las calles en señal de esperanza la letra del Preámbulo de la Constitución, revalorizado por el ex presidente Raúl Alfonsín.

“Nos, los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino…”

Constituir la unión nacional, consolidar la paz interior, afianzar la justicia, promover el bienestar general.

Desafíos que en este momento son elementales. Tenemos dirigentes valiosos en todos los partidos. Es indispensable que tomen la posta y hagan oír su voz.  Es fundamental que pongan paños fríos a la locura que fogonean, sin pudor, personajes que intentan desestabilizar la democracia que tanto nos costó conseguir.

Personajes, por llamarlos de alguna manera, que no les interesa la unidad, ni la paz interior, ni promover el bienestar general y recurren a los medios más bajos para defender intereses de una minoría.

 

Cosecharás la siembra

La violencia nunca da buenos frutos, el odio presagia una mala cosecha. Si los que tienen responsabilidades políticas no comprenden el riesgo de promover el enfrentamiento, las consecuencias pueden ser imprevisibles.

Con solo mirar a nuestro alrededor, podemos comprobar los estragos que en otros países está ocasionando la impericia de liderazgos irresponsables y sin empatía.

Datos sobran. Los países que mejores resultados han obtenido, frente a la pandemia, han sido por decisiones políticas razonables, moderadas.

Argentina está considerada entre los lugares del Planeta que mejor ha manejado el cuidado de la vida de sus habitantes.

Lo ha logrado por la madurez de sus gobernantes en los distintos niveles, por el trabajo conjunto y por el compromiso de la amplia mayoría del pueblo. No fue una tarea solitaria, ni el mérito de unos pocos. El presidente lo recuerda en cada uno de sus discursos. “Lo hicimos entre todos”.

Y entre todos, también, tenemos que ayudar a reconstruir la economía. Una economía que venía dañada y se agravó desde la llegada del Covid 19, con la misma vorágine del resto del mundo.

Millones están padeciendo esta crisis. Millones están angustiados por la cuarentena, la pérdida de trabajo, la incertidumbre.

Pero, el odio no va a traer soluciones. La violencia no es el camino para salir del pantano. La mentira no aportará nada, los intereses personales no nos salvarán.

La Patria necesita de todos los que tengan vocación de servirla y no aprovecharse de ella.

 

 

La Patria nos necesita: “Divididos seremos esclavos: unidos estoy seguro que los batiremos: hagamos un esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares, y concluyamos nuestra obra con honor.” José de San Martín

 

 

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