Todos y todas contentos, pero no tanto

“La derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo: jamás es definitiva”, José Saramago

No es la primera vez, ni será la última, que la mayoría festeja. Las elecciones legislativas tienen ese sabor agridulce que invita a la celebración de la mayoría de las fuerzas participantes. Cada una encuentra en ese plato intermedio, un motivo para levantar el vaso medio lleno. Parafraseando al escritor portugués, premio Nobel de Literatura, José Saramago, los comensales consideran que “la derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo: jamás es definitiva”.
Así fue el 14 de noviembre de 2021.
Juntos ganó, pero no tanto. El Frente de Todos perdió, pero no tanto. Avanza Libertad saltó de alegría y el Frente Izquierda renovó sus ilusiones. Todos y todas contentos, pero no tanto.
Las elecciones de medio término, no traen grandes cambios, simplemente acomodan los ingredientes y equilibran las cargas nutricionales.
El Frente de Todos sigue teniendo la primera minoría en el Congreso, a pesar que perdió el quórum propio en el Senado, una ventaja que poseía desde 1983 a la fecha. Tuvo una significativa recuperación, comparada con los resultados de las Primarias de septiembre.
Juntos avanzó unos pasos, apenas. Y se le escapó la expectativa de pelear por la presidencia de la Cámara baja.
Los libertarios lograron su propio bloque en Diputados y la izquierda sumó dos legisladores, convirtiéndose en tercera fuerza. La primavera democrática floreció en los jardines de los principales partidos tradicionales para beneplácito de una dirigencia que todavía está en deuda con un alto porcentaje de la sociedad.

El corazón de mi país
Córdoba fue una historia aparte. El corazón de mi país sigue latiendo al ritmo de Juntos por el Cambio. Es la cuarta elección legislativa que ganan cómodamente. El peronismo, dividido, es la cuarta elección legislativa que pierde por varios cuerpos.
La participación de los votantes fue una de las más bajas en los últimos veinte años (ver recuadro), casi similar a la de 2005.
El cordobesismo, abrazado con vehemencia, por el gobernador Juan Schiaretti ya no tiene la fuerza de antaño. La campaña del oficialismo cordobés no tuvo el eco esperado. Más allá que el mandatario provincial intenta transitar por la avenida del medio, el panorama general no está para “lavarse las manos” frente a los problemas que tiene el país, entre ellos la deuda con el FMI.
El kirchnerismo no logra hacer pie en estos pagos y vuelve a rondar el 10% obtenido en las legislativas de 2017.
Si bien, la diferencia en la cantidad de votos fue muy amplia para Juntos, suman apenas un diputado y renuevan los dos senadores que ya tenían desde 2015.
Hacemos por Córdoba, rescata el senador perdido en 2019, tras la conversión de Carlos Caserio al Frente y pierde una banca en Diputados. Por su lado, el Frente de todos, renueva el escaño en la Cámara baja y se queda sin un aliado, por ahora, en el Senado.
Pequeños cambios, nada definitivo. Alejandra Vigo, esposa de Juan, será una pieza de negociación, teniendo en cuenta que el gobierno nacional necesita dos senadores más para lograr el quórum y la provincia requiere la ayuda del presidente Alberto Fernández.
Natalia de la Sota tiene buena relación con Alberto, y su perfil es dialoguista. Otra figura de negociación.
La nueva composición del Congreso movilizará los acuerdos. El gobierno anticipó que convocará al diálogo con todos los sectores y pidió una oposición “patriótica”.
Es posible, que en los próximos dos años las conversaciones, entre los distintos sectores, sean más productivas que durante la pandemia.

La batalla del absurdo
Villa María fue testigo de una batalla, incompresible, para la mayoría de los habitantes del centro del país. La disputa entre los dos referentes más importantes del peronismo, fue vista con la ñata contra el vidrio por los vecinos y vecinas que padecen las consecuencias de la pandemia y de la crisis económica.
Eduardo y Martín se subieron a un ring típico de las comedias del absurdo. Martín ganó el duelo, pero no tanto. Eduardo perdió el duelo, pero no tanto. Los resultados en las urnas fueron celebrados por una oposición que sueña con arrebatarles el cetro y llegar al Palacio Municipal después de más de veinte años de espera.
Eduardo aspira a ser nuevamente intendente de la ciudad. En su entorno ya hablan de elecciones anticipadas en 2022.
¿Dejará Martín la ciudad librada a su suerte? Sus allegados aseguran que volverá a la Intendencia y dejará la banca obtenida en manos de Olga Riutort.
La baja participación de los votantes, tiene varias causas, una de ellas es el desencanto.
La dirigencia debe pensar más en el bien común y menos en sus apetitos personales.
Porque en este banquete, el pueblo mira la mesa servida de la política desde afuera.
Y eso, no es un buen síntoma para la democracia.

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