Entre hadas y brujas

Crecimos entre cuentos de hadas y brujas, de súper héroes y villanos, de monarcas y súbditos, de patrones y esclavos. ¿Por qué puede sorprendernos la grieta?. Sí, crecimos, nos educamos, en el profundo abismo de una grieta. Y en ese abismo seguimos.

En el centro del bien y del mal, de ángeles y demonios. Luego, empezamos a buscar la verdad, a preguntarnos si todo era tan absoluto, si no existían las etiquetas relativas, si no había cosas ocultas. Y de a poco, los interesados en esa búsqueda, empezamos a dudar, a cuestionarnos sobre qué era el bien, qué era el mal. Qué era el amor y qué era el odio. Qué era la bendición y qué era el castigo. Quién era el patrón en realidad y quién era el esclavo en realidad.

¿Quiénes eran los ángeles confiables y quiénes eran los ángeles perversos y rebeldes? Algunos continuamos en el camino de la búsqueda, otros lo abandonaron y prefirieron comprar el relato de los cuentos que nos contaron. De los versos que nos declamaron, de las mentiras que nos regalaron  durante años, durante siglos. De las mentiras y promesas que nos siguen regalando.

Y los que preferimos indagar en las profundidades del abismo, tal vez estamos en el agujero negro de una sociedad que eligió la grieta antes de enfrentarse con la verdad. Somos el agujero negro de los que intentan congeniar con sus pares y eliminar a los que piensan diferente. De los que prefieren no ver, no oír, no entender. De los que se sienten “feliz” en la ignorancia.

¿Y quién puede culparlos?  Si, como bien escribió Bukowsky “Hay veces que se tiene que luchar tanto por la vida, que no se tiene tiempo de vivirla.”

Mucho menos tiempo para entenderla.

Somos el agujero negro de una sociedad que cada vez debe usar su breve paso por el mundo para sostener la perversidad de los grandes y tiene menos espacio para pensar en sí misma y en su prójimo

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